SOY LUEGO PIENSO

En el siglo XX comienzan a estudiarse diversas teorías, que cuestionan y critican las bases de la revolución cognitiva, que le daba todo el protagonismo a nuestra mente cognitiva. Todas estas teorías, reclaman la consideración del cuerpo y el contexto en el que se mueve y expresa, y se propone estudiar nuevas formas de comprender la actividad mental.

La ciencia psicológica, y especialmente el área que dentro de ésta estudia la mente, ha girado nuevamente hacia la experiencia de la conciencia, es decir el cuerpo, y el vínculo de la mente con el cuerpo.

Todo este error nace del filósofo René Descartes, que se basaba en el principio “Cogito Ergo Sum” más conocido como “Pienso, luego existo” . Descartes pensaba que la mente estaba totalmente separada del cuerpo, es decir, un “ente pensante” etéreo cuya esencia era un razonamiento consciente.

Esta teoría de Descartes es la que actualmente se está considerando incorrecta, de esto trata el libro de Antonio R. Damasio “El error de Descartes” que  se centra en el principio “somos, luego pensamos” porque precisamente el ser es el que condiciona nuestros pensamientos, la acción y la percepción son las raíces de lo psicológico.

En el intento infinito de comprender al hombre, se han creado diversos discursos y teorías que han estudiado el alma y el cuerpo, en la antigüedad para escapar de ciertas entidades, era preferible estudiarlo por separado ya que el alma era estudiada por los clérigos. Este conflicto y el afán por comprender al hombre, terminó con la separación del cuerpo y la mente.

Con el paso de los años, la razón se convirtió en «razón de peso» y las emociones quedaron relegadas a un segundo lugar menos importante, además se consideraba importante dejar las emociones a un lado, y las decisiones «debían tomarse con la cabeza fría».

Las investigaciones de la década de 1990 en torno al cerebro y a las funciones cognitivas, consideraron los sentimientos como un proceso tan cognitivo como cualquier tipo de percepción sensorial.